domingo, 20 de marzo de 2005

Carta Abierta al Presidente

Con mucha indignación, como esposa de un Oficial del Ejército Argentino, me siento en la obligación moral de expresarle a nuestro presidente el sufrimiento y la desazón que puedo observar en muchos hombres de armas, como consecuencia de la situación creada en torno a la remoción de Monseñor Baseotto.

Creo que usted se está equivocando y mucho... Usted no tiene el menor derecho a remover al Obispo Castrense de las Fuerzas Armadas. Creía yo que los tiempos de la Monarquía Absoluta habían terminado, pero parece que en Argentina la cosa no es así.

Usted no es nadie... sí, lo repito nuevamente... usted no es nadie (aunque esto pueda golpear su evidente complejo de inferioridad) para remover a un digno sucesor de los apóstoles. El Santo Padre, el Vicario de Cristo en la tierra lo ha constituido en Obispo de las Fuerzas Armadas y no existe ningún decreto o papeleta firmada por un determinado presidente que pueda privar a Monseñor Baseotto del derecho y deber de ejercer su ministerio sobre el rebaño que Nuestro Señor Jesucristo, en la persona de Juan Pablo II, le ha encomendado.

“Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios” nos enseña la Palabra de Dios, a no ser que esta cita bíblica también tenga reminiscencias setentistas... Haga su trabajo como presidente de los argentinos, ocúpese de los problemas temporales, que todavía son muchos y deje que la Iglesia cumpla su cometido eterno, siendo “Madre y Maestra”, velando por el alma de todos sus hijos, incluida la suya y la de su propio Ministro de Salud.

No se meta en un terreno que sólo puede crear división, no se equivoque de época, no estamos en el tiempo de los emperadores, usted no puede hacer lo que quiera... Vivimos gracias a Dios en democracia, y usted debe ser el primero en aceptar y respetar a las distintas instituciones que cumplen su cometido... Sea adulto, no se comporte como un niño malcriado que quiere ganar en todo... cuando uno se equivoca debe reconocer sus errores, pedir perdón y seguir adelante.

Nuestro país necesita que todos los sectores nos aunemos en un proyecto común... no exaspere los rencores y las divisiones... no violente las conciencias... porque los creyentes no estamos dispuestos a pasar por alto cuestiones que atañen a la fe y a los principios... No ponga a los militares católicos en la disyuntiva de obedecerlo a usted, su comandante en Jefe, o a su propia conciencia, porque no tenga ninguna duda que en las cosas de Dios, usted ha perdido la partida.

Si su corta inteligencia o su entorno no le permiten tener una mirada más amplia y profunda, le pido que al menos apele a la tradicional viveza criolla... si no puede o no sabe pensar en términos del bien y del mal, por lo menos hágalo considerando la conveniencia o no de sus actos... piense en los votos que pierde... no se olvide que la sangre de los mártires siempre ha engendrado nuevos y muy buenos cristianos... y somos muchos quienes ya consideramos a Monseñor Baseotto un perseguido del poder político en la Argentina... y que muy pronto habrá elecciones... y estoy seguro de que usted no quiere perder.

Muchas gracias.

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