viernes, 29 de abril de 2005

Sr Presidente: Usted no es nadie

En relación con el conflicto desatado con la Iglesia , el Canciller del Régimen volvió a manifestar: “La posición del gobierno es irreductible e irreversible en el sentido de que monseñor Baseotto jamás será el ordinario militar”.

Como miembro de la familia militar le recuerdo al gobierno que en este tema no tiene ninguna autoridad y que su decreto bien podría ser utilizado como papel picado en una cancha de fútbol. Monseñor Baseotto sigue siendo el Obispo Castrense de las Fuerzas Armadas y no existe poder temporal en el mundo que pueda quitarle ese derecho y ese deber.

Señor presidente, por si no lo sabe, esto forma parte de la libertad religiosa propia de los países democráticos y civilizados. Su autoridad tiene un límite y usted no debe pasarlo. Usted está violentando la conciencia de los militares católicos argentinos y avasallando los derechos de la familia militar, que muy a pesar suyo también forma parte de esta Argentina.

Su gobierno manifiesta que hay libertad religiosa. Le recuerdo que en el decreto de nombramiento de Monseñor Candia como Administrador Apostólico del Obispado Castrense se usa la figura de “Sede Impedida”, que en el Siglo XX sólo se ha utilizado en aquellos paraísos comunistas donde la libertad sólo existe para hacer lo que le gusta al emperador de turno.

Sr presidente, ya que es tan democrático... ¿Por qué no hace una encuesta preguntando a las familias militares QUIEN ES el obispo Castrense?. Le aseguro que se va a llevar una sorpresa. Porque somos muchos los que no estamos dispuestos a dejar que los papelitos que usted firma pisoteen los derechos que nos da la Constitución Nacional.

viernes, 22 de abril de 2005

¿Dónde Iremos a Parar?

Días atrás leía con profundo pesar el estudio publicado por el Diario La Nación el pasado 11 de Abril referido a los objetivos y expectativas que mantienen los jóvenes de nuestra querida Patria.

Dejando de lado el hecho de que más del 45 % de los encuestados consideró que cometería actos de corrupción si esto les traería aparejada alguna ventaja económica, he preferido llamar a la reflexión sobre un hecho menos llamativo, pero más preocupante para el futuro de nuestro país. Presa de un impresionante individualismo, a la mayor parte de nuestros jóvenes sólo les preocupa su desarrollo profesional, su futuro trabajo, su felicidad personal, mientras que tan sólo un 2,3 % hizo referencia a cuestiones más trascendentes como el bienestar de su Patria y de sus semejantes.

El viejo adagio "la juventud ha sido hecha para el heroísmo y no para el placer" no guarda relación con la muestra de jóvenes que constituirán el día de mañana la clase dirigente de nuestra Argentina. El terreno de los ideales, otrora característico de la juventud, ha cedido a una alarmante mentalidad preocupada exclusivamente por el exitismo personal y éste relacionado en forma directa con la prosperidad económica.

El estudio refleja con precisión la magnitud de la crisis por la que atraviesa el sistema educativo en nuestro país, incluyendo en este a todas las instituciones y medios que guardan relación directa con la formación de los jóvenes, tales como la familia, la escuela y el mismo estado. También pone en evidencia que las soluciones simplistas y electorales, como la entrega de computadoras, la repartición indiscriminada de preservativos entre los jóvenes o la entrega de libros en la entrada de las canchas, no ofrecen una perspectiva adecuada para enfrentar los problemas que hacen a la formación de los futuros argentinos.

Es necesario establecer una concepción educativa que basada en los valores éticos y religiosos procure formar a nuestra juventud en las virtudes humanas y cívicas, donde la cultura del trabajo y la exigencia, fomente en ellos el compromiso por participar en la construcción de un nuevo país, dejando de lado el individualismo y la pereza. Las otras soluciones, las populistas y demagógicas, sólo acelerarán el camino de la autodestrucción.

Publicada en SEPRIN

sábado, 16 de abril de 2005

General Bendini

Entre los avatares desatados por las cartas públicas que escribí días atrás, hay un hecho que deseo destacar a través de la presente. El jefe del Estado Mayor General del Ejército, en relación con el levantamiento de la sanción a mi esposo, el mayor Mercado, por parte del presidente, dijo textualmente: «Nosotros respetamos, aceptamos y compartimos todas las medidas que imparte el Presidente de la Nación».

Como ciudadana puedo aceptar que, para evitar males mayores y por respeto a las instituciones republicanas, los hombres de armas se vean obligados a cumplimentar ciertas acciones, pero no puedo entender que el glorioso ejército argentino, en la persona de su comandante en jefe, manifieste con orgullo que comparte todas las medidas que toma el Presidente de la Nación.

¿Debemos entender que el ejército de San Martín y Belgrano comparte sumisamente la remoción unilateral de monseñor Baseotto como obispo castrense de las FF.AA.? ¿Comparte nuestro ejército la visión parcial, ideologizada, que este gobierno nos ha impuesto de la década del 70? ¿Considera el ejército argentino que está bien que mientras se juzga despiadadamente a los hombres que arriesgaron sus vidas en el cumplimiento de su deber, sus dignos oponentes sean resarcidos económicamente y disfruten sin vergüenza el botín de tantos actos delictivos? ¿Comparte realmente el ejército argentino la decisión de establecer un museo de la memoria donde sólo se recuerde la grandeza de esos «jóvenes idealistas» que desataron el odio y la violencia en nuestra querida patria? "Seguramente las declaraciones a la prensa del jefe de Estado Mayor fueron sacadas de contexto y no representan su verdadero sentir..., de lo contrario tendré que concluir que es un digno general del presidente que padecemos.


Publicado en Diario La Nación